HASTA DONDE LLEGA EL ODIO

Como militante, comparto la visión romántica de lo que es un Salón de Plenos: un espacio transversal, donde ideas y posturas son discutidas, un lugar de espacio para hacer política, moldear la sociedad, pensar la utopía y formar las mentes críticas y curiosas que la transformarán en realidad. A veces, sin embargo, también creo que se toma una postura extremadamente pasiva ante las intervenciones abiertamente basadas en el odio visceral al otro. 


Estoy convencido de que debemos estar a la altura de nuestro compromiso, no dejarnos en ridículo mostrando emociones sobre hechos desarrollados en la administración por aquellos que nos precedieron pero que, en definitiva, la ciudadanía puso en su lugar de la forma que debe hacerlo: en las urnas. Son varias las voces que presentan ideas venenosas sobre odios personales, tanto en los Plenos como en nuestras Asambleas, que llegan impunemente a los oídos y mentes de quienes escuchan y que no dudan en intentar utilizar a personas con menos poder de expresión para su propio despecho. Y todo debido a nuestro cortés silencio.

Mi primer choque con la realidad ocurrió en la legislatura anterior cuando ante una crítica política realizada con el derecho a pedir la rendición de cuentas de los responsables políticos, me vi sorprendido con la situación de que, el interlocutor, lo considerara como un ataque personal y no una crítica a su gestión.

En la actualidad, cuando decíamos que no somos la tercera pata de nadie, pero que si el resultado electoral nos colocaba en la oposición haríamos lo que la ciudadanía esperaba de nosotr@s, esto es, una oposición dialogante y constructiva; no pensamos que nos iban a recibir, con una especie de "conmigo o contra mí".

Peñaranda de Duero tiene graves problemas: de transparencia, de liquidación, de Patrimonio, de gestión y sobretodo de exceso de odio. Cualquier tema que se trate, es llevado a la bilis que provoca un recuerdo (real o imaginado), del oponente político. Defender a ultranza los errores cometidos o defenderlos porque los "otros" los cometieron antes de igual manera, es una visión muy corta de lo que se juega una población cuyo número de habitantes desciende siniestramente año tras año.

Lo peor es que no se muestra de forma transitoria, esa es la diferencia, porque este odio tiene unas raíces que no desaparecen. Es un dolor personal y secreto que aparece en la superficie como revienta la burbuja fétida del pantano, exhalando un miasma que es en sí mismo una enfermedad. Odio, y no sólo rabia o desprecio...

Mucho tendremos que cambiar, o todo esto acabará con nosotr@s.

José Palacio

1 comentario:

  1. Socialismo de Facebook... Entre la ética y la estética.
    En primer lugar, cuando se vierte una opinión subjetiva y personal se debe hacer desde la cuenta propia y no compartirla bajo el paraguas de los y las socialistas.
    En segundo lugar, si un socialista se extraña de que alguien dé voz a quien no la tiene o se expresa peor o menos, es que no entiende nada del valor del socialismo.
    En tercer lugar, cuando un cargo socialista ante una ilegalidad flagrante (un tribunal ilegal, unas bases subjetivas/amorales/alegales, una publicación de resultados sin valoraciones de los distintos criterios...) no se opone a esa situación y se escuda en disertaciones estéticas, no es merecedor de esas siglas a las que representa.
    Y por último, quien utiliza términos como despecho, rabia, burbuja fétida... parecer no querer rebajar ese odio... No será que lo que quiere es ocultar su propia falta de responsabilidad o dejación de funciones?
    Lo dicho, menos estética y más ética. Menos socialismo de Facebook o de blog.
    Miguel Ángel García Alonso. Militante.

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